miércoles, marzo 26, 2014

Un accidente programado




Hay historias complejas de narrar, sobre todo cuando la simple descripción de lo vivido no consigue expresar las impresiones causadas.

Como ocurre con la cápsula con forma de huevo donde viajaba encerrado con una mujer de color y un ser andrógino; me resulta imposible describir como en realidad los tres formábamos uno.

Mas la cápsula debía caer en un accidente programado. Cada acto, cada vivencia nos condujo a este momento, nos preparó para ello.

El andrógino entra en pánico, es el único que sabe será aniquilado. De nada sirve su angustia, pronto sobreviene la desorientación, el vértigo, la velocidad, el dolor, el caos, la desintegración, el tránsito a través de un cúmulo infinito de luces… no todos logran superarlo.

Los dos sobrevivientes, fragmentados, olvidamos todo para entrar, cada cual por su lado, en un extraño sueño... Ignoro el paradero de la mujer de color. Empiezo a caminar junto a otras personas en una especie de trance, solo deambulábamos observando, percibiendo, atraídos por las formas y colores de visiones colectivas, envolventes; un mundo de tres dimensiones donde se es diferente al que se era en el origen. Colores… creo que es lo primero que llamo mi atención en este extraño mundo.

Se trata de un universo de imágenes proyectadas dentro de un gran cubo en el que todo parece transcurrir más lento, pues está sujeto a las leyes del tiempo. Hay ventanas que no solo nos protegen, también nos impiden ver que hay mas allá. Parecemos no percatarnos que caminamos dormidos, como sonámbulos o autómatas.

Poco a poco caigo en cuenta que puedo influir en los objetos multicolores, en sus movimientos, sin embargo no termino de comprender el mecanismo de las interacciones. De igual forma empiezo a reconocer a antiguos conocidos, mas no recuerdo de dónde ni por qué se comportan de manera diferente a la de mis vagos recuerdos.

Intuyo que la forma de despertar y volver al punto de partida está en vencer ese sopor que nos mantiene cautivos e impide ver lo evidente; pero no resulta sencillo, mi mente apenas logra vencer –por escasas fracciones de tiempo– este profundo sueño.

Música, colores, religiones… todo es una ilusión. Estamos contemplando una experiencia que no es real y que nos mantiene atrapados en ella.

Para salir de esta extraña trampa es necesario dejar de pensar, lograr que la mente ceda espacio al vacio, un estado en el que simplemente se es…