miércoles, diciembre 31, 2008

Deseos 2009


"Yo te deseo la locura, el valor, los anhelos, la impaciencia.

Te deseo la fortuna de los amores y el delirio de la soledad.

Te deseo el gusto por los cometas, por el agua y los hombres.

Te deseo la inteligencia y el ingenio.

Te deseo una mirada curiosa, una nariz con memoria, una boca que sonría y maldiga con precisión divina, unas piernas que nunca envejezcan, un llanto que te devuelva la entereza.

Te deseo el sentido del tiempo que tienen las estrellas, el temple de las hormigas, la duda de los templos.

Te deseo fe en los augurios, en la voz de los muertos, en la boca de los aventureros, en la paz de los hombres que olvidan su destino, en la fuerza de tus recuerdos y en el futuro como promesa donde cabe todo lo que aún no te sucede…”


(Ángeles Mastretta. “Mal de amores”. 1997)

jueves, diciembre 11, 2008

Lorenzo


Lorenzo siempre ha sido un niño sumamente introvertido; sin embargo la relación con su padrastro fue, desde un primer momento, muy cercana. No platican mucho, pero cuando están juntos existe una comunión poco usual para alguien tan reservado.

Me quedé un momento observándolos, sin que mi presencia fuera percibida por ninguno de ellos. Se encontraban en la cocina, Lorenzo guardaba los trastes que le pasaba su padrastro luego de haberlos lavado. No había diálogos, simplemente una comunicación más allá de lo verbal.

De pronto algo me catapultó al pasado, ante mis ojos fue retrocediendo de manera acelerada la vida de Lorenzo, como si se tratara de una película vi pasar vertiginosamente todos los fotogramas de su vida, hasta llegar al seno materno y después un fuerte destello de luz para finalmente detenerse ante una extraña escena en la que ambos se encontraban abrazados, padre e hijo yaciendo sin vida entre los escombros de una edificación derrumbada. No había dolor ni angustia en sus expresiones, sus rostros cubiertos de polvo gris reflejaban la paz de quienes saben que no importa el tiempo o el espacio, en algún momento volverán a estar juntos.