Vuelvo
la vista atrás para sorprenderme de como el tiempo va dejando su
huella, día a día, sin que nos demos cuenta del momento exacto en que
sucedió… y es que no sucedió en un momento sino en todos; como las
partículas microscópicas de calcio que son dejadas en la roca por cada
gota de agua que por ella se filtra y, un buen día, el espacio vacío de
la cueva se encuentra totalmente cubierto de estalactitas.
Hay quienes afirman que la existencia misma está sostenida por el
cambio. Sin embargo, percibo que dentro de mí se encuentra algo
inmutable… ese yo que fui aún antes de ser, quien soy y seré por
siempre… hasta que el cambio se detenga y la existencia termine, el
instante en que retornemos a la nada que, en realidad, es el Todo que no
requiere existir para ser.