Sentado junto la pileta de agua, justo al momento de ver cruzar por la ventana cuadrada de la pared de enfrente —como en una película de alta definición— la imagen en blanco y negro del monje franciscano, tuve la certeza de encontrarme en un sueño.
Tenía ya referencias de este fenómeno, pero nunca lo había experimentado por mi mismo, tomar conciencia en pleno sueño de que estás viviendo precisamente un sueño.
Por momentos mi mente intentaba romper la comunicación que se había establecido entre mis dos realidades, y yo luchaba por evitarlo.
Quizá fue por ello que cuando una persona se materializó a mi lado la tomé del brazo y le grité con fuerza: "Tú eres sólo el producto de un sueño". Mientras luchaba por soltarse su rostro fue cambiando aceleradamente, en un segundo era una persona y al siguiente otra distinta, como si se tratara de un programa de cómputo diseñado para buscar la imagen-password que abriera mi mano liberándola.
Entonces, al sentir que en cualquier momento la percepción de ambos mundos terminaría despertando en uno o durmiendo en el otro, con firmeza le dije: " Sí, tú procedes del mundo de los sueños, y como lo he descubierto me he ganado el derecho a que me concedas tres deseos, los cuales te podré decir a partir de mañana".
Por un momento dejó de mutar, me miró y asintió.
Lo solté entonces e intente mover mi cuerpo acostado en la cama. La experiencia fue de gran desesperación; estaba consciente de mi cuerpo pero no podía mover ni un músculo, seguía atrapado la línea que divide ambas realidades.
Tardé algunos minutos en "regresar" con un torpe y lento movimiento de mi brazo...
sábado, julio 21, 2012
lunes, junio 11, 2012
El indigente y el espejo del futuro
Por la puerta de cristal podía verse al pequeño mendingando unas monedas sentado en la banqueta. Nadie parecía notar su presencia. Entonces pude observar como se iba aproximando un figura maltrecha, cuya cojera no lograba disminuir su elevada estatura. Los harapos color café con los que se cubría estaban sucios y rotos, casi tan sucios como sus revueltos cabellos y casi tan rotos como los pocos dientes que aún conservaba. Hurgó entre sus ropas y extrajo una moneda, seguramente la única moneda que tenía, y estirando la deformada mano la entregó al chiquillo.
Salí de prisa conmovido ante tal acto de bondad y generosidad. Alguien capaz de dar no sólo lo que le sobra, sino lo que sin duda le hará falta. Saqué varias monedas de la bolsa de mi pantalón y se las entregué en la misma sucia y deformada mano que segundos antes se había quedado vacía. Entonces me miró a los ojos y una singular sonrisa se dibujó el sus labios; no se trataba de una sonrisa de agradecimiento, era más bien de satisfacción, como si de alguna manera esperara que se desarrollaran así las cosas.
Justo entonces un camión se cruzó entre ambos, y al terminar de pasar el vagabundo ya no se encontraba frente a mi, sorprendiéndome justo a mi lado. ¿Cómo lo hizo? No puedo aún entenderlo.
Sin dejar de sonreír me dijo, aunque ahora no puedo estar seguro que realmente haya pronunciado palabra alguna, “sígueme, quiero mostrarte algo".
Entramos en un edificio apenas a unos pocos metros del lugar en el que nos encontrábamos, y ahí me señaló un gran espejo de aspecto antiguo. Di unos pasos y pude ver mi imagen reflejada; pero el reflejo no pertenecía a ese momento, era una proyección de un posible futuro. Tardé unos segundos en reconocerme. Mi imagen estaba ricamente vestida con un carísimo traje, sin embargo mi aspecto era deplorable: el color de la piel gris cenizo, el cabello completamente cano, y el rostro surcado con profundas arrugas, en los apagados ojos no podía verse el más mínimo signo de entusiasmo. Ni siquiera había tristeza, solo vacuidad. No se trataba de la imagen de un viejo, sino de un hombre acabado.
"Pronto deberás tomar decisiones", dijo el mendigo, "y lo que ahora te muestro es tu futuro en caso de optar por el camino del dinero; sin duda lo tendrás a manos llenas, pero deberás pagar el precio. Hay otras opciones, a ti sólo te fue concedido ver el resultado de una de ellas".
Poco a poco toda la escena fue desapareciendo como si se transformara en bruma, hasta sólo quedar el vacío...
Salí de prisa conmovido ante tal acto de bondad y generosidad. Alguien capaz de dar no sólo lo que le sobra, sino lo que sin duda le hará falta. Saqué varias monedas de la bolsa de mi pantalón y se las entregué en la misma sucia y deformada mano que segundos antes se había quedado vacía. Entonces me miró a los ojos y una singular sonrisa se dibujó el sus labios; no se trataba de una sonrisa de agradecimiento, era más bien de satisfacción, como si de alguna manera esperara que se desarrollaran así las cosas.
Justo entonces un camión se cruzó entre ambos, y al terminar de pasar el vagabundo ya no se encontraba frente a mi, sorprendiéndome justo a mi lado. ¿Cómo lo hizo? No puedo aún entenderlo.
Sin dejar de sonreír me dijo, aunque ahora no puedo estar seguro que realmente haya pronunciado palabra alguna, “sígueme, quiero mostrarte algo".
Entramos en un edificio apenas a unos pocos metros del lugar en el que nos encontrábamos, y ahí me señaló un gran espejo de aspecto antiguo. Di unos pasos y pude ver mi imagen reflejada; pero el reflejo no pertenecía a ese momento, era una proyección de un posible futuro. Tardé unos segundos en reconocerme. Mi imagen estaba ricamente vestida con un carísimo traje, sin embargo mi aspecto era deplorable: el color de la piel gris cenizo, el cabello completamente cano, y el rostro surcado con profundas arrugas, en los apagados ojos no podía verse el más mínimo signo de entusiasmo. Ni siquiera había tristeza, solo vacuidad. No se trataba de la imagen de un viejo, sino de un hombre acabado.
"Pronto deberás tomar decisiones", dijo el mendigo, "y lo que ahora te muestro es tu futuro en caso de optar por el camino del dinero; sin duda lo tendrás a manos llenas, pero deberás pagar el precio. Hay otras opciones, a ti sólo te fue concedido ver el resultado de una de ellas".
Poco a poco toda la escena fue desapareciendo como si se transformara en bruma, hasta sólo quedar el vacío...
domingo, junio 10, 2012
Los preliminares
El mar comenzó comportándose de una manera extraña, violenta. Después fueron las nubes moviéndose a gran velocidad. La última señal llegó cuando la fina hierba y el césped se erizaron sobre la sensible piel de la tierra. Alguien está usando el hechizo de la creación. El gran cambio ha iniciado.
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