miércoles, diciembre 13, 2006
Xpuhil (Bitácora de viaje: Domingo 03 de diciembre – parte 2)
Partimos de Bacalar inmediatamente después del desayuno, pues queríamos visitar las zonas arqueológicas que nos quedaran de paso y que el tiempo permitiera.
El primer intento lo hicimos con el sitio denominado “Hormiguero”, el cual se ubica dentro de la región Río Bec. Desafortunadamente el acceso se hace a través de una larga brecha de terracería que las condiciones atmosféricas de los días previos habían dejado intransitable.
Dada su extensión, Calakmul, patrimonio cultural de la humanidad, quedaba fuera de nuestras posibilidades de visita, lo cual me resultaba por demás lamentable, pues junto con Palenque en Chiapas y Tikal en Guatemala fue una de las tres ciudades más importantes del mundo maya. Un motivo más para volver en otra ocasión.
Habíamos invertido más tiempo del previsto en nuestro fallido intento por llegar a Hormiguero, así que los minutos que podíamos dedicar a otras visitas se limitaban a una escala más.
Entonces Xpuhil se nos cruzó en el camino...
Bajamos rápidamente del auto y, tras registrarnos en el libro de visitas que para tal efecto tiene el INAH, iniciamos lo que pensamos sería un breve recorrido por la zona. Al principio nada fue diferente de lo que habíamos apreciado en los días previos; un sinuoso camino o Sacbé que conduce al sitio a través de la selva, algunos restos de edificios más o menos importantes, placas que dan una descripción de los mismos; es decir, elementos comunes y que al principio nos engañaron haciéndonos creer que se trataba de un asentamiento más de menor importancia.
Cuan equivocados estábamos. Al dar la vuelta a una construcción que se encontraba en el camino, quedó de pronto ante nuestros ojos uno de los edificios más imponentes que he visto en toda mi vida. El cuadro era realmente espectacular, tanto por la magnificencia con la que lo proyectaron los extraordinarios arquitectos mayas (sin la ayuda de Auto Cad ni nada semejante), así como por lo sui géneris de la estructura.
En un acto de soberbia de estética e ingeniería, tres imponentes torres surgen de una gran plataforma de 53 metros de largo por 26 de ancho y dos de altura; como si la tierra no hubiese sido espacio suficiente y fuese necesario expandirlo hacia el cielo, y por partida triple para hacer aún más alarde. Además, los conocedores pueden dar cuenta también del cuidado y precisión con el que cada elemento de la construcción se alinea con los puntos cardinales sin dejar nada al azar.
Tras recobrar el aliento nos dedicamos a admirar cada recodo del edificio, a forzar nuestra limitada imaginación para comprender que toda esa magnificencia actual era ampliamente superada por la que mostraba en su época de esplendor.
El bip bip de un reloj electrónico nos catapultó de vuelta en el tiempo, recordándonos que era preciso iniciar el regreso. El viaje fue en silencio, quizá porque cada uno iba asimilando tanta información, tanto color, tanta belleza, tanta admiración. Como un último regalo el atardecer nos sorprendió junto al mar en Isla Aguada; nos detuvimos un momento para poder apreciarlo con calma, mientras las suaves olas pintadas de tonos dorados rozaban nuestros pies descalzos…
¡Hasta el próximo viaje!
Notas:
- Xpuhil se localiza 302 kilómetros al sureste de la ciudad de Campeche, sobre el kilómetro 146 de la carretera federal 186 Escárcega-Chetumal, en el municipio de Calakmul.
- Gracias a Voltaire y a Fernando por compartir conmigo este viaje.
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martes, diciembre 12, 2006
Bacalar (Bitácora de viaje: Domingo 03 de diciembre – parte 2)
No comprendo aún como puede existir tanta belleza en nuestro país de la cual ni siquiera conozcamos su existencia. Bacalar es, sin lugar a dudas, un claro ejemplo de ello.
Dicen que los conquistadores llegaron a la gran Tenochtitlan de noche, por lo que decidieron dormir en alguna de las montañas que la rodeaban y esperar al alba para descender a ella. También cuentan que, a la mañana siguiente, sus atónitos ojos no daban crédito a lo que el sol develó ante ellos: Una grandiosa ciudad que parecía flotar sobre un espejo de agua, mucho más grande y maravillosa que cualquiera que hubiesen visto en el viejo mundo; coloreada de sol y flores, decorada con templos y embellecida con la más refinada gente. Olores, colores… vaya sueño cristalizado en luz y piedra.
Sólo cuando algo inesperado nos devuelve de golpe nuestra capacidad de asombro somos capaces de imaginar semejante experiencia. Eso me sucedió en Bacalar. Nuestra cabaña se encontraba sobre una especie de acantilado, por lo que la puerta daba directamente a la laguna, así que fue ésta y sus muchas pinceladas de azul las que me sorprendieron por la mañana, y comprendí por qué se le conoce como la laguna de los 7 colores.
Yo creo que en sus 42 kilómetros de largo y 2 de ancho decidió habitar un día la transparencia. Enseguida el cielo se enamoró de su hermosura y, tras un bello romance, la desposó y bajó a vivir con ella. De esa unión nacieron 7 hijos, cada uno corresponde a una letra del nombre B a c a l a r y posee un tono de azul diferente.
Esta vasta extensión de aguas poco profundas y suave arena blanca se encuentra enmarcada por manglares y carrizales, de ahí el origen de su nombre Bak halal, que en maya significa “lugar rodeado de carrizos”. La brisa provoca un ligero oleaje que la hace semejarse a los mares caribeños.
Nos comentaron que en sus márgenes se localiza el Cenote Azul, famoso mundialmente (sobre todo por los buceadores experimentados) por la claridad de sus aguas y gran profundidad, desgraciadamente el tiempo era corto y no pudimos visitarlo, buen pretexto para regresar de nuevo muy pronto.
De verdad les recomiendo mucho conocer este paraíso, al cual se puede llegar fácilmente desde Chetumal, aproximadamente a 39 kilómetros tomando la carretera rumbo a Mérida.
Continuará…
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lunes, diciembre 11, 2006
Bacalar (Bitácora de viaje: Sábado 02 de diciembre – parte 1)
Después de una larga espera para cruzar el puente fronterizo que separa a México de Belice, nos dirigimos a Bacalar, Quintana Roo, sitio que prometía hermosos atractivos históricos y naturales.
Llegamos a la población de Bacalar ya entrada la tarde. La gran laguna apenas se hacía visible por uno que otro destello que reflejaban sus aguas en medio de la penumbra.
Tras hospedarnos y comer algo en un acogedor hotel a orillas de la laguna, nos dirigimos al centro de la población a conocer el Fuerte de San Felipe, fortificación del siglo XVIII que antaño defendió a la región del azote de piratas y que actualmente alberga al Museo Regional de Bacalar.
El museo cuenta con dos salas: la primera exhibe en forma permanente piezas extraídas de la laguna, así como una colección de objetos prehispánicos y de la época colonial. En tanto la otra, ofrece un espacio para las exposiciones temporales como la feria regional del libro que se lleva a cabo año con año, espectáculos artísticos y culturales, y diversas exposiciones de obras pictóricas de artistas quintanarroenses. Entre las que destaca un mural llamado "Defensa del Fuerte de San Felipe Bacalar" del pintor Elio Carmichael, que representa la lucha de los indígenas para defender la fortificación durante la Guerra de Castas (Fuente: www.mexicodesconocido.com.mx).
Este pequeño pero bello recinto resguarda entre sus muros el recuerdo de viejas batallas. Si cierras un momento los ojos puedes escuchar aún las voces de piratas ingleses, franceses y holandeses; y su los abres suavemente quizá hasta logres ver las sombras de mayas rebeldes luchando contra los españoles.
Toda la museografía está muy bien cuidada, modernos sistemas de cómputo y piezas de gran antigüedad se conjugan para narrar al visitante la historia del lugar. No se puede uno ir sin ver el esqueleto de un pirata que se exhibe en los cimientos, o subir al torreón a contemplar la inmensidad de la laguna.
Tras proponernos regresar al día siguiente para admirar el sitio con todo el esplendor de la mañana, nos dirigimos a conocer la Iglesia de San Joaquín, patrono de la ciudad. Esta bella construcción se encuentra completamente restaurada. Su arquitectura e historia transportan a otro tiempo. Dicen que en este sitio fueron asesinadas muchas personas durante la Guerra de Castas, por lo que aseguran los pobladores que por su atrio deambulan fantasmas.
Continuará…
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viernes, diciembre 08, 2006
Belice (Bitácora de viaje: Sábado 02 de diciembre - parte 1)
En verdad no hay como despertar con el canto de las aves y el susurro de la llovizna que se resiste a la mañana. El olor de la hierba mojada, de la humedad de los viejos troncos de ceiba, el suave color de la atmósfera apenas iluminada por los rayos de sol que logran sobrevivir a la niebla y a las hojas de los árboles. El baño con agua fría -que implica el concepto ecológico de las villas- es superado por la promesa de una deliciosa taza de café y un par de huevos a la mexicana que nos aguardan en el comedor.
Dejamos con nostalgia Chicanná y nos dirigimos a Belice, el país más pequeño de América Central. De clima sub-tropical, su capital es Belmopan y abarca una superficie de 22,923 Km2, cuenta con una población aproximada (según algunas fuentes consultadas) de más de 256 mil habitantes. Las lenguas que se hablan son el inglés (lengua oficial), español, maya, garifuna (idioma Caribe) y criollo. Es interesante saber que una gran parte su tierra firme está cubierta de bosque y que el 42% del país está clasificado como área protegida.
Además, por lo que pude investigar la nación es un auténtico crisol de culturas: Mestizos (de sangre maya y española), criollos (descendientes de los africanos y europeos), mayas puros, garífuna (descendientes de los caribes de las islas, los indios Arawak del Caribe del este y los esclavos africanos que escaparon de la esclavitud a finales de 1700), hindúes, menonitas, chinos y rastafarians (movimiento rasta resultado directo de la influencia de Bob Marley sobre la conciencia política y la política caribeña) conviven en este reducido espacio.
Llegamos a Chetumal ya avanzada la mañana. Tras encontrar dónde estacionar el vehículo bajamos a investigar la forma de cruzar la frontera. La información no tardó en llegar, múltiples combies anunciaban con letreros y a viva voz sus servicios gratuitos a la zona libre, así que abordamos una de ellas que nos trasladó a Corozal; así de simple, sin necesidad de mostrar pasaporte u otro trámite aduanal.
Debo reconocer que la parte que visitamos no tiene más atractivo que el saberse en otro país, pues por lo demás no hay diferencia alguna con cualquier tianguis mexicano. Precios muy bajos, muchos productos “pirata”, algunas buenas ofertas, todo en español y pagando en pesos mexicanos (si bien algunas etiquetas muestran el valor en dólares), largas caminatas, algunas compras, la visita obligada al casino y una larga fila para cruzar nuevamente la frontera.
Continuará…
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jueves, diciembre 07, 2006
Chicanná, la casa de la boca de serpiente (Bitácora de viaje: Viernes 01 de diciembre - parte 2)
Minutos después de abandonar Balam Kú llegamos a Chicanná, “la casa de la boca de serpiente” como ha sido llamada (chi-boca, can-serpiente, ná-casa), la cual, dada la elegancia y riqueza decorativa de sus edificios, es considerada por algunos investigadores como un centro elitista de la región Río Bec.
Todo el sitio es hermoso, sin embargo fue la denominada Estructura II la que me cautivó de manera especial. Su fachada central está ricamente decorada con un enorme mascarón que representa a Itzamná, dios creador de todas las cosas, según la mitología maya. El acceso a esta estructura lo constituye una boca, en la parte superior se encuentran los dientes, sobre los que se reconocen la nariz, los ojos bizcos y el entrecejo del personaje, así como las orejeras, dando la impresión de ser una gigantesca cara con las fauces abiertas.
Estar de pie frente a este maravilloso edificio es sentir, en verdad, que uno se encuentra ante un ser fabuloso por el que se accede a otra dimensión, quizá al propio inframundo referido por los mayas. Todo podría pasar al atravesar el umbral delimitado por la pétrea dentadura, emerger a otro tiempo, a otro espacio, quizá al vientre mismo de la madre tierra o, incluso, al centro de nuestro yo verdadero.
Al terminar el recorrido la tarde ya comenzaba a tender sus sombras sobre la zona arqueológica, por lo que era necesario buscar un sitio dónde pasar la noche. Justo a la salida un letrero señalaba las "Chicanna Ecovillage Resort"; qué mejor que pernoctar en ese entorno donde la naturaleza y la historia velarían nuestros sueños. La estancia en las villas fue reconfortante. El lugar es muy bonito, excelente servicio y trato amable; sin señal de celular ni televisión, en medio de la obscuridad absoluta al apagar la luz y con los ruidos propios de la selva el espíritu se reencuentra con aquello que perdió cuando decidió abandonar la naturaleza y fabricarse su propio entorno de asfalto, vidrio y plástico.
Chicanná es un sitio que no puede dejar de ser visitado por los amantes de la cultura maya, quienes pueden llegar desde la ciudad de Campeche tomando la carretera federal 180 hacia el poblado de Champotón, de ahí la carretera federal 186 rumbo Escárcega-Chetumal, encontrando el sitio en el kilómetro 141.
En cuantro a las villas, aquí están los datos para quien desee solicitar información:
Chicanna Ecovillage Resort
Reservaciones:
01 800 849 3996
Km. 144 Escárcega-Chetumal
Campeche, México
Tel. 01 (983) 871 6075 / Fax (983) 871 6074 / 01 (981) 819 3298
ritrueba@hotmail.com
ritrueba@gmail.com
Fuente: www.inah.gob.mx
Continuará…
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